Crecer en un hogar latino significó muchas cosas: comida deliciosa, tradiciones inigualables, aprender cultura, cantar canciones antiguas mexicanas los fines de semana por las mañanas, amor incondicional, pero sobre todo, el aislamiento de la salud mental.
Las innumerables lágrimas rodando por mis mejillas, las palabras que ya no murmuró y que ahora pronunció, el orgullo que alguna vez tuve, todo me ha visto evolucionar hasta convertirme en una latina que ahora reconoce la importancia de la salud mental.
Durante muchos años me avergonzaba admitir que mi salud mental se estaba viendo afectada por diferentes motivos. La única salida de mi realidad era encerrarme en mi habitación y llorar. Intentaba asegurarme que nadie me escuchara. No quería que nadie se preocupara y dos, porque no quería que me catalogaran de “loca”.
Me embrujaba el constante recordatorio de que tenía que aprender a equilibrarlo todo. Creía que le había fallado a mi cultura mexicana por ser débil. Y no tan fuerte como se han dado el orgullo de proponerse a sí mismos.
Desafortunadamente, muchas veces la comunidad latine no entiende que sin una buena salud mental no podemos estar saludables.
No es ningún secreto que los miembros de esta comunidad no buscan ayuda con problemas de salud mental. Esto se debe a varios factores diferentes, como: barreras económicas, barreras idiomáticas, religión y lo más importante, el estigma de la salud mental.
La evaluación negativa que hacen los latines que padecen una enfermedad mental puede conceptualizarse de varias maneras, pero las dos más aplicables son el estigma percibido y el estigma personal o cultural. El estigma percibido se produce cuando uno cree que la sociedad en su conjunto ve las enfermedades mentales con una actitud negativa, mientras que a la comunidad le resulta más fácil buscar a los curanderos.
A la mayoría de latines se les enseña a no creer en los médicos porque nuestras abuelas siempre conocen los remedios caseros adecuados para curarlo todo. Además, otros, incluidos familiares míos, creen que rezar todos los días estabilizará su salud mental y por lo tanto, se niegan o son reacios a buscar cualquier tratamiento médico para su enfermedad.
Esther Sciammarella es la Directora Ejecutiva de la Coalición de Salud Hispana de Chicago, quien cuenta con más de 35 años de atención clínica, se enfoca en mejorar el bienestar y la salud mental de los latines/hispanos. Ella lo ha visto todo en este tema, incluso antes de convertirse en profesional y se remonta a su Argentina natal, cuando era más joven.
Sin embargo, una cosa que se ha mantenido prácticamente igual es el aspecto del orgullo y la negligencia al pedir ayuda. “Tenemos dificultades para pedir ayuda. Entonces, si la gente no se sienta y comprende, la comunidad latina no vendrá, quieren ser escuchados”.
Las enfermedades mentales incluyen una amplia gama de condiciones que afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento, por lo que ninguna cantidad de té o agua debajo de la cama hará que esto desaparezca. Incluso si mi abuela dijera que es su castigo por no orarle a todos sus santos y necesita ir más a la iglesia.
La barrera económica en la comunidad latine también es muy importante en este tema. Un promedio del 36% de la comunidad que trabajan tienen seguro médico y sólo el 8.2% de los que tienen seguro usan antidepresivos, en comparación con el 1.8% de los que no tienen seguro.
Debido a estos estigmas, las enfermedades mentales no diagnosticadas, especialmente la depresión, son ampliamente pasadas por alto en la comunidad latine.
Por ejemplo, las niñas hispanas tienen más probabilidades de intentar suicidarse que otros grupos. Según un estudio realizado por la Biblioteca Nacional de Medicina, Suicidal Behavior in Latinas: “durante más de una década, las encuestas han informado que entre las jóvenes de minorías raciales y étnicas en los Estados Unidos, las latinas tienen las tasas más altas de conducta suicida en comparación con las adolescentes afroamericanas y blancas no hispanas”, informaron.
“Nadie habla de cómo se sienten”, dijo Sciammarella.
Muchos de estos estigmas personales también son resultado de la barrera del idioma en el sistema médico. Cuando un familiar mío intentó ir al médico, tuvo experiencias principalmente negativas porque no podía comunicarse con los médicos. Después de que se lo dijo a mi madre, ella siempre me hacía ir con ella, incluso si no entendía algunos de los documentos que había que traducir. Finalmente, descubrió que tenían traductores en el médico, pero de todos modos nunca ha confiado tanto en ellos.
Hoy en día, esta barrera del idioma continúa persistiendo. Los pacientes bilingües son evaluados de manera diferente cuando se los evalúa en inglés o español, debido a esto, los latines reciben un tratamiento insuficiente con mayor frecuencia que los blancos.
También es común que la barrera del idioma lleve a diagnósticos erróneos. Los latines pueden describir los síntomas de la depresión como “nervios”, pero los médicos no son conscientes de estos estigmas culturales y malas traducciones. Esto puede crear un ciclo negativo de diagnóstico erróneo de enfermedades mentales, tratamiento insuficiente y renuencia a buscar ayuda médica.
“Por eso digo que muchas veces el sistema está muy fragmentado y no trabajamos juntos. Insisto en que la salud mental no tiene por qué separarse de las clínicas de salud en general. ¿Por qué voy a enviar a alguien que sufre de salud mental a otro lugar, como algo aparte? Creo que hay que integrarlo todo, hablar de los problemas y ganarse la confianza del paciente para que pueda hablar. Por eso no debe haber prejuicios a la hora de evaluar”, afirmó Sciammarella.
Teniendo esto en cuenta, estamos en 2024 y es hora de romper la barrera del idioma, el miedo, la desconfianza ante los diagnósticos erróneos y el estigma personal porque esto puede salvar la vida de alguien. La raíz de este dilema radica en la forma en que vemos la salud mental en este país y dentro de la comunidad latine.
Es dejar de lado que los curanderos y las abuelas lo saben todo y confiar en los diagnósticos. Obtener ayuda cuando se dé cuenta de que la necesita y recordar que está bien no estar bien.