El 12 de diciembre se conmemora uno de los días más importantes en la cultura mexicana y religión católica: la celebración de La Virgen de Guadalupe. Ese día, millones de devotos, festejan a su tan adorada “morenita” – como ellos mismos la apodan – con música, flores y sobre todo mucha fe.
La celebración más grande toma lugar en la Ciudad de México en la nueva Basílica de Guadalupe, que abrió sus puertas en 1974. Durante los festejos nacionales de este año 2023, se reunieron cerca de 6 millones de personas.
En segundo lugar se encuentra Chicago. Se estima que aproximadamente entre 200,000 a 400,000 personas se darán cita en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines este diciembre para poder visitarla. Este templo fue diseñado como réplica del Cerrito del Tepeyac en la CDMX. Para muchos feligreses poder visitar este lugar simboliza el regresar a México, aunque sea por un día.
Cuenta la historia que en el año 1531 la Virgen de Guadalupe se apareció en el Cerrito de Tepeyac a un indígena local llamado Juan Diego. Entre los días 9 a 12 de diciembre la virgen se hizo presente cuatro veces, pidiéndole a Juan Diego que construyeran una iglesia en su honor.
Fue así como muchos años después empezó el proceso para que se construyera la Antigua Basílica de Guadalupe, hoy en día conocida como Templo Expiatorio Cristo Rey en la Ciudad de México.
La celebración en Chicago
El 12 de diciembre los peregrinos adornaban la iglesia Inmaculada Concepción del vecindario Brighton Park con numerosos ramos de flores y cientos de velas encendidas.
Desde niña la mexicoamericana Erandi Aranda fue criada con esa devoción hacia la Virgen y sus milagros. Durante la pandemia, cuando Aranda estaba embarazada de su primogénito Emiliano Eliseo, le rezaba a la Virgen para que todo saliera bien, y sus oraciones le traían calma.
“Cuando mi hijo nació, él tuvo que quedarse en el NICU y no sé si fue ella o el destino, pero me acuerdo haberle rezado que todo saliera bien y en efecto, mi bebé está más sano que nada”.
“Esta es una fecha importante para mí porque es el día cuando le agradezco por todo lo que ha hecho por mí”, dijo Aranda.
Otra devota de la Virgen nos cuenta sus celebraciones. Cuando Mariela Sánchez vivía en Guerrero, México, preparaba afuera de su casa un altar a la Virgen decorándolo con un arco de flores para que los vecinos pudieran celebrar con ella. Este año todo es diferente ya que recientemente se ha mudado a Chicago.
En el transcurso de los años, Sánchez le ha pedido muchas cosas. “Y siempre le he prometido mandas (un voto sagrado a un santo, en cambio de algo) y cada año se las he cumplido. Hace 6 años, le pedí el milagro más grande y me lo cumplió”.
Este año en particular, Sánchez le agradece por la salud, vida y empleo que le ha dado pero más que nada por la llegada de Emiliano, su hijo de 10 meses. “Me ha dado un hijo que es lo más sagrado que puedo tener a mi lado.Vengo a pedir por él, por su salud, para que siempre me proteja y lo cuide del mal. Y que nos dejó llegar a este país con bien”, expresó.
Desde que dejó su querido México hace 30 años sin haber retornado, Fabián López Martínez, jamás ha perdido su fe. De pequeño él recuerda lo feliz que era cuando se acercaba esta fecha, para poder ir con su familia a visitar la Basílica. “Era una emoción tan grande, una emoción donde sentías el amor y devoción que todos como católicos mexicanos y creyentes, le tenemos. Mi padre de rodillas llegaba a pagar sus mandas con lágrimas en los ojos. Más que el dolor, para él, era un honor”.
Originario de Veracruz, Daniel Salas, 25, cuenta que desde su infancia sus padres le inculcaron la religión católica. “Me enseñaron a venerarla, a respetarla, y pues gracias a ella, doy gracias a muchos logros que he tenido en mi vida”.
Debido a cuestiones de trabajo, este año no pudo asistir a ninguna iglesia para celebrarla, pero ello no es impedimento para que Salas le “[ponga] flores en el altar”.
Fernando Villegas también es de Guerrero y tras casi 20 años en este país no ha perdido la tradición de este día tan especial. “Me gusta ir a la iglesia, llevarle sus flores, sus veladoras. Me gusta estar ahí, platicando con ella un rato, me trae paz”.
Así es como muchos peregrinos y devotos repartidos por todo el mundo dan gracias y reciben cada 12 de diciembre. Si su fe es más grande que nada, no importa el lugar ni país en dónde se encuentren porque la llevan dentro. Ellos le han abierto el manto de su corazón a esta divinidad católica, tal como Juan Diego abrió su manto para mostrar las rosas donde la imagen de la Virgen de Guadalupe se plasmó. Ella ha logrado plasmarse dentro de millones de devotos, sin importar las barreras y fronteras.